lunes, 3 de agosto de 2009

La pared vacía de Elisabeth Sanxay Holding



Una pared vacía es una pared desnuda, limpia y sin adornos. Las paredes dicen mucho de sus habitantes: trofeos, fotografías, pinturas, litografías, flores secas, muebles, chimeneas, animales disecados, puertas, ventanas,… es posible que le dediquemos incluso muchas horas a pensar qué poner en una pared que, una vez decidido pasará a reforzar la imagen que tendrán los demás de nosotros.

En este caso, se desprovee a la pared de cualquier elemento que nos confunda, presentándola en su total desnudez, limpia de maquillaje y artificios.

Lucía Holley escribe a un marido ausente que se encuentra luchando en el frente europeo. Sus cartas hablan de un hogar apacible, incluso aburrido, donde nunca pasa nada, aunque en plena IIª Guerra Mundial, la crisis también se hace notar en los Estados Unidos: cartilla de racionamiento, escasez de gasolina, mercado negro,…

Porque Lucía es una buena mujer, de hecho es una buena hija y una buena madre. Le han enseñado a tenerlo todo dispuesto, la comida preparada, el hogar limpio, estar impecable y mantenerse en forma… ser en definitiva la perfecta ama de casa de una familia compuesta por dos hijos adolescentes, David y Bee, un marido en el frente y su padre.

Sin embargo esta foto empieza a perder brillo en el mismo momento en que Lucía debe enfrentarse a una situación que será el detonante de toda la historia. Su hija Bee, estudiante de Arte ha empezado a salir con un hombre de muy dudosa reputación, Ted Darby. Al día siguiente de la visita de Lucía para convencerle de dejar a su hija, éste aparece muerto. La responsabilidad de mantener la tranquilidad de su hogar impulsa a ésta a infringir la ley y esconder el cadáver. El periplo de Lucía no ha hecho más que empezar, puesto que a partir de este momento será víctima de un chantaje, origen de unas cartas cruzadas entre Bee y Ted. Chantaje que se producirá en un clima de presión y ternura, puesto que Lucía es una mujer atractiva que no deja indiferente.

La acción, lejos de producirse bajo un desarrollo que podríamos considerar habitual, resulta precisamente tan poco convencional como atrayente. A partir de este momento, los artificios que ayudaban a sostener la apariencia de normalidad empiezan a resquebrajarse. Lucía deja de ser la mujer organizada que todo lo controla para mostrarse como una mujer dependiente de Sybil, la criada afroamericana, el verdadero timón del hogar.

A medida que la fragilidad de Lucía se va haciendo patente, de forma paradójica se nos presenta como una mujer que se enfrenta a los contingentes y que sacará fuerzas de flaqueza para proteger ese mundo, en el que de alguna manera nadie quiere darse cuenta de lo que pasa.

La autora, Elisabeth Sanxay Holding, recuperada del olvido, llamó en su día la atención de Raymond Chandler, quién aparentemente destacó su forma de escribir a su editor. Precisamente este “como si no pasara nada” es lo que más atrae de la autora. Unos acontecimientos imprevistos, fortuitos, como si la mala suerte hubiese hecho acto de presencia para desmontar una existencia pacífica, anodina y aburrida provoca el contraste equilibrado entre caos y control.

Una pared vacía es una interesante historia sobre cómo la cotidianidad más anodina se reviste de engaños y apariencias.

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