viernes, 22 de mayo de 2009

Mujeres Letales de Céline German


Cuando Marie y Florence vuelven a reunirse después de diez años para intentar recuperar lo que ya se había terminado, las consecuencias de la cita se revelan cruelmente definitivas.

Tania, una ex amante apasionada en busca de respuestas; Didier Doumec, un policía novato que se cree un superhombre; Julien, el asesino de dos metros que perpetra el tiroteo en un bar de ambiente parisino; la sugerente comisaria Roseline Gureau, una rubia tipo Hollywood a la que no le gusta soltar su presa; un comando de bolleras extremistas dispuestas a cualquier cosa. Todos ellos emprenden una persecución a través de Francia en un recorrido sangriento.


Tuve conocimiento de este libro en una búsqueda por Internet, a raíz de mi intención inicial de escribir un artículo que aunara el género con la homosexualidad. Me llamó la atención su título, algo a lo que siempre le presto una atención especial y la valoración que se hacía de la historia; algo así como una novela donde las mujeres alcanzan unas dosis de violencia inesperadas. Ciertamente la violencia se encuentra presente de muchas y variadas formas y la novela abre frentes interesantes, pero no soy una entusiasta de la fusión negro-humor o del esperpento.

La novela se ambienta en París y poblaciones cercanas, no obstante el paisaje urbano es perfectamente identificable a cualquier otra ciudad: tráfico y multas de aparcamiento no establecen fronteras ambientales. El París de German se perfila en ambientes cerrados y carentes de personalidad.

La homosexualidad y el ambiente gay, principal eje vertebrador e hilo conductor de toda la trama, es un pobre reflejo. A pesar del protagonismo destacado de lo sexual y de las cuestiones de género, la resolución resulta más bien forzada. Se deducen de la autora lecturas socio-psicológicas que se sintetizan en las diferentes figuras masculinas, uno inseguro, machista y risible; otro sodomizado por un grupo de bolleras combatientes. Hombres en definitiva miedosos y rabiosos ante la fuerza y poderío femenino, cuyo devenir tiene más bien forma de maltrato, sin duda risible pero también sospechoso.

Sin embargo también el mundo gay recibe su dosis de crítica: “Las cabezas rapadas, las voces demasiado graves, el humo de los puritos…”, “Estas bolleras penosas le dan asco. Son corpulentas y feas, se besan en la boca para decirse hola y se lanzan pullas groseras que las hacen reír demasiado fuerte. Tania las encuentra dignas de compasión”. Un colectivo que, paradójicamente, muestra su desagrado por lo masculino adoptando el comportamiento y formas masculinas.

La historia arranca con la cita que Marie y Florence, dos antiguas amantes, van a tener después de haber fijado su reencuentro diez años atrás. Una antigua relación amorosa que “había sido breve como todas las numerosas aventuras que Florence había tenido antes de conocer a Tania”. El resultado de tanta espera se traduce en la muerte accidental de Florence. A partir de este momento, la historia narrada en tres partes desarrolla una novela en la que el humor, la violencia, lo surrealista y lo grotesco compiten entre si.

En cuanto a los personajes, hay que reconocerle a German la habilidad de crear personalidades al límite, que despiertan todo tipo de rechazos y ninguna simpatía.

Didier, investigador responsable del caso, odia las lesbianas, lo que le provoca un deseo redentor por liberarlas de esa depravación que camufla probablemente una homosexualidad reprimida. Un rostro cubierto de acné y un cuerpo adolescente contrastan con una pulsión homicida y una personalidad que confunde virilidad con brutalidad. Carente de autoestima, con pinta de “ser tan duro como los de las películas americanas” y con una vena perversa por dominar, propia de sádicos.

Tania Scoppetto es la ex amante agraviada que busca respuestas y cuyas indagaciones le llevarán a descubrir una Florence hasta ahora oculta para ella. Una mujer cuyo pasado almacena recuerdos de una infancia mutilada por abusos sexuales, con una madre sexualmente promiscua y despreocupada. La búsqueda que inicia Tania, se convierte pronto en una huida de todo para culminar en deseos de venganza por agravios reales y supuestos.

Florence, la muerta es la pieza que sostiene todo el andamiaje. Una mujer hermosa, fría y deseada por todas, que desaparece pronto, pero cuya presencia se mantiene constante durante toda la novela. Una mujer que no ama, pero que se deja querer. Que colecciona un álbum de amantes donde las diversas habilidades eróticas son recogidas en una gráfica.

Marie Friture (“la fritanga” o “fritura”) es la amante despechada que en un arrebato de ira ante el rechazo de Florence empuja a esta por las escaleras, provocando su muerte. Marie ha engordado, un crimen en un ambiente donde belleza y físico deseable se convierten en elementos de capital importancia para la seducción. Marie pertenece al tipo de mujer adolescente, consentida y mantenida por sus padres, que nunca se hace responsable de sus actos y acaba dejando detrás de si el desastre para salir ilesa.

Una novela que probablemente encierra temas trascendentales (homosexualidad, discriminación, abusos, asociacionismo,…) pero donde resultan más evidentes la preferencia por las plumas y los tacones –o debiera decir el pelo corto y las chupas- y la risa fácil que la profundidad.

2 comentarios:

Didac Valmon dijo...

qué ganas de que recuperaras el blog, además con una muy interesante opción. Espero que cuando me libere de la mucha carga lectora que tengo en la recámamra me haga con este.
Un saludo y rebienvenida

Icaras dijo...

Muchas gracias!!