martes, 13 de noviembre de 2007

La nieta del señor Linh



Cada cierto tiempo me gusta ver nuevamente determinadas películas. Sin duda no serán películas especialmente destacables para los muy entendidos, pero para mi ocupan un rincón especial porque su visión me suponen una cura emocional que me reconcilia con el género humano. Esto me sucede con “La nieta del señor Linh”. Un libro que me ha emocionado como no lo ha logrado ningún otro.

Un anciano en la popa de un barco. En los brazos sostiene una maleta ligera y a una criatura, todavía más ligera. El anciano se llama Linh. Es el único que lo sabe, porque el resto de las personas que lo sabían están muertas.”

Con estas palabras se inicia la historia del señor Linh, un anciano desterrado a unas tierras extrañas, obligado a abandonar su hogar, su idioma, sus costumbres. Que abraza a su nieta como un salvavidas en un mundo que le es ajeno y hace patente su diferencia.

Si algo define el sentimiento que cruza por las escasas 125 páginas del libro es el amor en un estado puro. El amor que las personas pueden llegar a sentir por alguien, por un recuerdo, por un país y por unas costumbres; un sentimiento banal -para algunos- o pasado de moda -para otros-. Philippe Claudel nos ofrece una historia que se aproxima a la fábula, donde hay cabida para la esperanza, la amistad y la risa.

No podemos añadir mucho más sobre esta pequeña joya literaria sin desvelar parte de su magia… tan solo sugerir desde estas líneas que la novela merece ser conocida por su sensibilidad y por los valores que encierra.


Sinopsis:


Una fría mañana de noviembre, tras un penoso vieja en barco, un anciano desembarca en un país que podría ser Francia, donde no conoce a nadie y cuya lengua ignora. El señor Linh huye de una guerra que ha acabado con su familia y destrozado su aldea. La guerra le ha robado todo menos a su nieta, un bebé llamado Sang Diu, que en su idioma significa “Mañana dulce·, una niña tranquila que duerme siempre que el abuelo tararee su nana, la melodía que han cantado durante generaciones las mujeres de su familia. Instalado en un piso de acogida, el señor Linh sólo se preocupa por su nieta, su única razón de existir hasta que conoce al señor Bark, un hombre robusto y afable cuya mujer ha fallecido recientemente. Un afecto espontáneo surge entre estos dos solitarios que hablan distintas lenguas, pero que son capaces de comprenderse en silencio y a través de pequeños gestos. Ambos se encuentran regularmente en un banco del parque hasta que, una mañana, los servicios sociales conducen al señor Linh a un hospicio que no está autorizado a abandonar. El señor Linh consigue, sin embargo, escapar con Sang Diu y adentrarse en la ciudad desconocida, decidido a encontrar a su único amigo. Su coraje y determinación lo conducirán a un inesperado desenlace, profundamente conmovedor.


Tras el enorme éxito de Almas grises, Philippe Claudel ha vuelto a causar un gran impacto con esta exquisita fábula sobre el exilio y la soledad, o lo que es lo mismo, la lucha por preservar la identidad. Su estilo narrativo extremadamente depurado, casi minimalista, marca un punto de inflexión en la trayectoria de Claudel, ganador del premio Renaudot 2003. La nieta del señor Linh ha sido recibida con entusiasmo en Francia, donde permanece en las listas de los libros más vendidos desde su aparición.

1 comentario:

Rosa Ribas dijo...

Una recomendación como ésta no puede caer en saco roto. Tomo nota.